Creo que mis cuatro momentos favoritos, como escritora, son los siguientes, y no necesariamente en este orden: 1)cuando estás escribiendo, despacio, disciplinada, y de repente te pasa eso que a veces llaman «musa» o inspiración, y escribes lo que sea (una oración, un párrafo, una historia) rapidito y así, como medio poseída; 2)cuando lees fragmentos, o trabajos enteros, de otros autores que son particularmente bellos o están bien escritos y 3)cuando conversas con autores y pensadoras que admiras, sobre tu trabajo, el suyo, el de cualquiera, de hecho cualquier cosa y 4)cuando alguien te lee y escribe sobre lo que tú escribiste.
Esto último es un acto de generosidad, un regalo inmenso. La vida es breve y está llena de quehaceres y posibilidades: si alguien usa los recursos limitados y preciosos que son el tiempo y la atención para leer algo que tú escribiste, ese alguien es bien generoso y tú eres bien afortunada. ¡Con frecuencia le encuentran algo al libro que no habías visto, o te critican algo de manera útil, o entienden algo que dijiste mejor que tú! A veces su lectura redunda en una presentación pública o reseña (recién acabo de re-bloguear la reseña de Gary Gutiérrez desde su blog, por ejemplo, y pronto estaré subiendo otras reseñas sobre el mismo libro, mi volumen reciente de crónicas «Chulos de la pobreza). Otras, sencillamente el lector te dice alguna cosa que le gustó, o que no le gustó (no los tiro al medio, pero gracias a todos los que me han escrito para contarme sobre su experiencia con la lectura de «Chulos», o cualquier otro de mis libros.) Aún otras, la lectora toma notas al margen, escribe algo más extenso, y lo comparte conmigo, o con mi editorial. Eso es lo que quiero compartir con ustedes hoy en el blog: una lectora que leyó «Chulos de la pobreza» de cerca, marcando cositas, escribiendo en los márgenes, y tomando apuntes. Me llegaron esos apuntes a través de mi editora, Lissette Rolón, de Editora Emergente, y con el permiso de la autora, los reproduzco aquí.
La autora de estas notas, Vibeke Betances Lacourt, es una educadora puertorriqueña, activa en asuntos de justicia social y educativa, y estudiante doctoral de literatura en la Universidad de Puerto Rico–Rio Piedras. Con ella les dejo. Gracias por tu generosa y atenta lectura, Vibeke. —Rima
«Uno de los asuntos más interesantes de leer libros que compilen trabajos previamente publicados en línea es el hecho de poder ver – temáticamente – qué ha estado sucediendo en el país a partir de la mirada de la autora. Chulos de la pobreza y otras crónicas (EEE, 2021) ofrece una mirada retroactiva del país que lejos de quedarse en el pasado, trascendiendo lo ocurrido, viene al acecho: mientras más pasa el tiempo más violentamente cercano. El libro de Rima Brusi-Gil de Lamadrid se divide en tres partes: Gente, Calle y Vagones. Este libro, como todos los demás que he leído de las mujeres escritoras de la Editorial Educación Emergente, muestra la capacidad de resistir, enjuiciar, señalar,criticar y proponer sin perder la ternura como punto de partida.
En “Gente”, el juego entre palabras, títulos, contenido y contexto nos presenta una mirada alternativa sobre el quiénes somos y cómo deberíamos ser que trasciende a los conflictos políticos que dieron pie a estas preguntas en la década de los treinta del siglo pasado. En esta ocasión ese quiénes somos y el cómo deberíamos ser tienen respuestas concretas vinculadas a nuestras cotidianidades y – para bien o para mal – vienen con el porqué incluido. Entre los pedazos que van quedando de las vidas que se dejan a un lado hasta que una antropóloga las ve y las narra, se va formando una propuesta de país. La aspiración es ser como el “Maestro” y persistir aun en contra de la corriente, teniendo como norte una mejor vida en comunidad, más comprometida con todes, más consistente y activamente presente y, por lo tanto, digna.
En “Calle” se presentan los espacios comunes, los vínculos de solidaridad y el reconocimiento de la precariedad en la que se vive en Puerto Rico. En esta sección se recogen los textos que miran la desigualdad económica y su impacto feroz a nuestro intento de (sobre)vivir. Aquí la solución propuesta parecería obvia: la gente antes que el dinero porque ya hemos visto que el dinero antes que la gente nos cuesta dinero y gente. Así mismo está el reconocimiento de que, como se presenta en “Vagones”, el asunto de atender la desigualdad social es complejo cuando termina bajo la administración de un gobierno ineficiente que utiliza como guía el manual del engaño y que tiene como norte, precisamente, el capital y no la gente.
Así pues el libro señala a los chulos de la pobreza – exitosos pimps de la explotación económica y la desigualdad – pero también a la gente y al país que queda como consecuencia de esa explotación. Lo realmente maravilloso de un libro que recoge textos previamente publicados es que nos permite ver cómo la autora reaccionó ante esos eventos mientras sucedían. La respuesta siempre fue la misma: una mirada alternativa y la sospecha redirigida a los que nunca son cuestionados. Toda la pobreza y desigualdad que ya vemos en el libro son asuntos más que conocidos dentro del país. Sin embargo, esa mirada alternativa que Brusi ofrece se aleja de los discursos que le achacan la responsabilidad a la dejadez personal, al desinterés que consideran propio de aquel que es pobre porque quiere y nos acerca a una mirada más humana y justa de lo que nos sucede: la mirada juiciosa debería estar puesta sobre los chulos de la pobreza, la compasiva hacia ese otro que la sociedad neoliberal rechaza y enjuicia porque al final, es la gente por encima del dinero, para que -quizás- nos cueste dinero pero, dentro de donde nos sea posible, no nos cueste gente.»
Por: Vibeke Betances Lacourt